Es innegable que actualmente vivimos una revolución intelectual. La forma de pensar a nivel internacional de jóvenes y no tan jóvenes ha dado un vuelco radical, en donde podemos destacar que las prioridades de antes no son las de ahora.
A través de la historia hemos tenido liderazgos que han ido abonando a esta evolución intelectual al grado de transformar el mundo y darle un enfoque en el que ahora resaltan los Derechos Humanos por sobre todas las cosas.
No podemos olvidar a Martin Luther King Jr., un luchador incansable, quien pugnó tanto en discurso como en los hechos por los derechos de los afrodescencientes. Él tuvo un sueño, como lo establece en su discurso insignia “I have a dream” pronunciado en 1963 en la marcha por el trabajo y la libertad en la ciudad de Washington D.C., en donde se estima hubieron un total de entre 200,000 y 300,000 individuos, de los cuales el 80% de ellos eran afroamericanos. Por fin un grupo de personas que venían de un largo y tortuoso periodo de esclavitud, y que aún con la abolición de la misma, seguían siendo discriminados y tratados con brutalidad por la población blanca, se aglomeraban en el monumento a Lincoln para golpear la mesa y gritar al unísono un contundente ¡ya basta!.
Recordar ese sueño de Martin Luther King Jr. me hace pensar en ti, en mí y los sueños que como fantasmas nos persiguen día con día. Ahí están, pero no los materializamos; sabemos nuestras convicciones y anhelos pero los dejamos olvidados en el cajón del ropero, empolvándose hasta ser carcomidos por el tiempo y la monotonía.
Muchos tenemos un sueño y queremos cambiar al mundo, queremos participar, pero somos desconfiados; sabemos que la política es una herramienta que puede servir para el cambio y la mejora social, pero también sabemos que hay quienes se han encargado de pervertir y adueñarse de los puestos de elección popular.
Actualmente, el espíritu político de los jóvenes se encuentra en un estado de coma profundo; no existen sueños para mejorar nuestra sociedad, sino aspiraciones políticas o laborales que a final de cuentas no resultan en nada seguro para su futuro. Nuestra juventud está empeñando el futuro de la nación por un contrato de honorarios, lo que resulta sumamente triste cuando volteamos a ver los numerosos logros derivados de sueños que hicieron historia.
No debemos normalizar el acomodo de sillas como el inicio de una carrera política; el pegado de calcomanías de ninguna manera debe representar mérito alguno para la ocupación de un puesto de gobierno o de representación popular. Los grupos juveniles de los partidos políticos en México deben dejar de ver a sus integrantes como simples números, sino como potenciales portadores de ideas para mejorar a nuestro país y ¿por qué no?, al mundo entero.
Y es que los partidos políticos deben generar en los jóvenes un pensamiento de Estado y no de elección; Winston Churchill, Primer Ministro del Reino Unido y uno de los principales líderes durante la Segunda Guerra Mundial, dijo algo que debería cimbrar los corazones de todo joven involucrado en la política actual: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”… México necesita más estadistas y menos políticos.
A ti joven que me lees, te invito a que no te preguntes qué te puede aportar la política a ti, sino que le puedes aportar tú a la política, necesitamos replantear la forma en la que generamos soluciones y consensos para que mejore nuestra sociedad. Es momento de generar cambios permanentes y no golondrinos. Plantearnos el cómo soñamos a nuestro país en 10 o 20 años. No satanicemos el quehacer político y tengamos claro que la política puede ser una herramienta positiva, siempre y cuando sus actores tengan voluntad.
Resulta necesario que los jóvenes pasemos de los sueños a la acción, y pongamos empeño para materializarlos. La transformación podría ser total, y sin temor a equivocarme, se podría alcanzar lo que quizá creíamos imposible.
Finalizo con la siguiente anotación: Según el censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en nuestro país existen 30.7 millones de jóvenes entre 15 y 29 años… ¿Cuántos de estos jóvenes tienen un sueño que podría cambiar nuestra historia?