No hay oído que pueda cerrarse a la buena música. Y la buena música no conoce de fronteras. La noche de ayer, la Banda Sinfónica del Estado de Sonora (Bses) del Instituto Sonorense de Cultura (ISC), ofreció un concierto vibrante, potente, hermoso, en el penúltimo día de actividades del V Festival de Clarinete y Saxofón.
La agrupación, dirigida por Renato Zupo, mostró su madurez musical con un programa breve pero de una profundidad y una arquitectura musical encomiable. Arrancó el concierto con la Obertura de “La forza del destino” de Guiseppi Verdi. No es una casualidad que uno pueda sentirse transportado a esa historia donde Don Álvaro se enamora de Leonora, la hija del duque de Calatrava. La pasión de las notas que toca la Banda tienen ese mérito.
Siguió el turno de la solista, la maestra Raquel Contreras, interpretó Fantasía para clarinete y banda. Un espectáculo de largo alcance y mucho aliento, donde el clarinete se apropió del Teatro de la Ciudad.
La tercera pieza a tocar fue con el solista invitado, el maestro Roberto Benítez y su saxofón alto. Se trata de “La pequeña Czarda”, composición del mítico Pedro Iturralde y que es una obra sin igual, que es como un péndulo que pasa de un ritmo tranquilo y casi melancólico, a un ritmo balcánico, lleno de estallidos y vibraciones que contagian al público.
El maestro Benítez, cubano radicado en Ciudad de México como maestro en la UNAM, deleitó con su interpretación llena de pasión y amor.
“Desde los 11 años me he entregado al saxofón”, señala con orgullo, “he venido aquí en Hermosillo y he visto a la Banda Sinfónica de Sonora y estoy encantado, son jóvenes con gran talento y un gran futuro y cuentan con la dirección del maestro Zupo, es muy impresionante estar aquí”.
Podríamos intentar intelectualizar el concierto de ayer. Lo cierto es que la música es el lenguaje universal, y no se necesita de las palabras cuando la música es tan bella.