La Revolución Mexicana es la piedra fundacional del México moderno. Fue una época caótica, inmersa en las guerras intestinas y en la extinción de un régimen.
Dentro de la propia academia, un debate que aún hoy sigue vigente es si la Revolución Mexicana realmente fue una revolución. La tesis de Francois-Xavier Guerra, en contraposición con la de Alan Knight, explora la posibilidad de que no cumple ciertos parámetros para ser un proceso revolucionario a tope. Más allá de que aún no hay una respuesta completa a este tema, bien valdría la pena observar los años y décadas inmediatas posrevolucionarias.
Ahí es donde se inserta “Memorias de un general”, del artista sonorense Dettmar Yáñez, que se presentó en la tercera jornada del Festival de Monólogos “Teatro a una sola voz” en San Luis Río Colorado.
Ante un público numeroso de más de 300 asistentes, el monólogo de Yáñez tomó el escenario con fuerza para ya no soltar la atención del espectador. Estamos ante la presencia de un general revolucionario que se pone a recordar y hurgar entre sus memorias, su vida convulsa, caótica, que es, en parte, testimonio de la “Tercera transformación” del país.
Convertido en carnicero, en ese marco de supuesto progreso que trajo el proyecto revolucionario, el general Lupe Arrollo nos sitúa en la época inmediata a la muerte de Álvaro Obregón. Tempus fugit.
“Memorias de un general”, basada en la gran novela de Jorge Ibargüengoitia “Los relámpagos de agosto”, es una comedia satírica, de humor ácido y negro, desmitificante, que nos da una nueva perspectiva sobre nuestra propia historia, cuestionando las versiones de la historia oficial-siempre condescendiente consigo misma-.
Dettmar, que nos muestra todos sus registros actorales e histriónicos encarnando a diversos personajes, nos ambienta en esa época de traiciones, de carroñería política, de individuos necios, ambiciosos, embriagados en las mieles malditas del poder.
Con una producción escenográfica y visuales que sorprenden por su belleza, el monólogo de “Memorias de un general” cuestiona y expone un mural de personajes que se regodean en la lucha por el poder, como una tautología: El poder por el poder. Las risas están garantizadas por la ironía en las que también participa el público.