Una investigación conjunta de The Insider, Der Spiegel y CBS ’60 Minutes’ sugiere que la misteriosa enfermedad que afecta a diplomáticos estadounidenses podría estar vinculada a una unidad de inteligencia rusa.
El síndrome, conocido como “Síndrome de La Habana”, ha dejado a empleados de la Casa Blanca, la CIA y el FBI con síntomas que incluyen mareos, dolores de cabeza y un sonido intenso en los oídos.
Negaciones y acusaciones
Tanto Cuba como Rusia han negado estas acusaciones. El viceministro de Asuntos Exteriores de Cuba, Carlos Fernández de Cossio, tildó las afirmaciones de “conjeturas” en su cuenta de Twitter. Mientras que Johana Tablada de la Torre, del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, las calificó como “basura en estado puro”.
Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, también ha negado las acusaciones, afirmando que no hay pruebas convincentes que las respalden.
Aunque inicialmente se consideró improbable que la responsabilidad fuera de una potencia extranjera, una evaluación reciente no proporcionó una explicación alternativa, lo que ha generado frustración entre los afectados.
Origen y propagación del síndrome
El primer caso del “Síndrome de La Habana” se detectó en 2016 en Cuba, pero se sospecha que los primeros casos podrían haber ocurrido en Alemania dos años antes.
Desde entonces, se han reportado casos en todo el mundo, desde Washington hasta China, con más de mil informes elaborados y decenas de casos todavía sin explicación oficial.
Energía dirigida y sospechas rusas
Se sospecha que los afectados fueron alcanzados por energía dirigida o microondas, posiblemente desde dispositivos ocultos. La investigación señala a una unidad de inteligencia militar rusa, conocida como 29155, como posible responsable.
Esta unidad ha sido vinculada previamente a otros eventos, como el intento de envenenamiento del exespía ruso Sergei Skripal en el Reino Unido en 2018.
Testimonios y respuestas
Una agente del FBI víctima del síndrome describió la sensación como un golpe poderoso en su oído, similar a una perforación dental pero multiplicada por diez. Autoridades estadounidenses, aunque continúan investigando, insisten en que es “muy improbable” que un adversario extranjero sea el responsable.
“No cuestionamos las experiencias y síntomas muy reales”, dijeron, reiterando que la investigación sigue siendo una prioridad.